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jueves, 16 de febrero de 2012

Perspectiva bíblico-teológica de la dignidad y la reparación a las victimas

Por: Adelaida Jiménez y Milton Mejía, Profesorres de teología de la CUR y miembros del equipo de trabajo de CEDERHNOS.

Cuando las familia de las victimas de los desaparecidos del Palacio de Justicia pensaban que después de 25 años se estaba haciendo justicia por el fallo de segunda instancia del Tribunal Superior de Bogotá contra el general Plazas Vegas y por la petición incluida en este, que la Corte Penal internacional Investigue al expresidente Betancur, en una eventual responsabilidad en estos hechos, el presidente Santos como reacción a este fallo pidió perdón en nombre de todos los colombianos al ejército[1] y al expresidente Belisario Betancur[2] por la decisión de este tribunal. Esta petición de perdón al ejército y al expresidente plantea el desafío a los cristianos e iglesias que nos preguntemos sobre la dignidad de las victimas y cual es su lugar en una sociedad como la colombiana, donde estamos viviendo un conflicto armado que ha dejado cientos de miles de victimas.

Hacernos esta pregunta es importante ya que el presidente Santos justifica su petición de perdón con argumentos bíblicos usando el padre nuestro y se muestra como un buen católico que reza y pide la dirección de Dios todos los días[3]. Esta actitud de pedir perdón a los victimarios por delitos probados por tribunales, las organizaciones de derechos humanos la  han catalogado como un desacato a la justicia[4] pero además  refleja la forma como en general se trata a las victimas en nuestra sociedad. En nuestra experiencia y dialogo con personas que son victimas de persecución, amenazas y desplazamiento observamos que generalmente sobre ellas se crea un manto de duda por lo que les ha sucedido o se le hace sentir que tienen algo de culpa por no ser cuidadosas en relación con las autoridades y los grupos armados legales e ilegales.

Esta forma de tratar a las victimas las va convirtiendo en personas que se empiezan sentir culpables de lo que están sufriendo, las vuelve temerosas para reclamar sus derechos y buscar justicia y empiezan a perder las esperanzas de reparación. A partir de esta realidad el estado, los gobiernos y muchas organizaciones civiles y religiosas se presentan como benefactoras que dan ayudas, asesoran y protegen a las victimas ante la falta de esperanza y perspectivas que tendrán justicia y recuperaran las condiciones en que vivían. De hecho en la ley de victimas y restitución de tierras se ve esta perspectiva  en las siguientes palabras:

Las víctimas serán tratadas con consideración y respeto, participarán en las decisiones que las afecten, para lo cual contarán con información, asesoría y acompañamiento necesario y obtendrán la tutela efectiva de sus derechos en virtud del mandato constitucional, deber positivo y principio de la dignidad. El Estado se compromete a adelantar prioritariamente acciones encaminadas al fortalecimiento de la autonomía de las víctimas para que las medidas de atención, asistencia y reparación establecidas en la presente ley, contribuyan a recuperarlas como ciudadanos en ejercicio pleno de sus derechos y deberes”.[5]
Si bien la ley hace un esfuerzo por ubicarse en la perspectiva de los derechos humanos y en garantizar la justicia a las victimas, en ella se deja ver que las victimas son consideradas objeto de ayuda de un gobierno que hace esfuerzos por implementar medidas y mecanismo que les beneficiaran. Esto es evidente en la presentación de la ley por parte del Ministro del Interior cuando se afirma que esta ley “…constituye para el país un marco legal sin precedentes para recomponer el tejido social, adoptando medidas efectivas en favor de las personas que han sufrido las consecuencias del conflicto armado.[6]

De acuerdo con este entendimiento las victimas son personas que necesitan ayuda humanitaria, asistencia en salud, educación, trabajo e incluso apoyo sico-social que el Estado les proveerá para que recuperen su dignidad. De esta forma el gobierno se presenta como el gran benefactor que hace esfuerzos sin precedentes para ayudar a las victimas  para que ellas recuperen su dignidad como ciudadanos. El entendimiento aquí de dignidad es algo que se da y garantiza a las personas por parte de una institución que tiene el poder de hacerlo. Teniendo en cuenta este entendimiento paso a explorar como en la biblia se concibe la dignidad humana y en especial de las victimas, así como su papel en un contexto de violencia.
La dignidad del ser humano en la biblia                     
Al preguntarnos sobre la dignidad del ser humano en la biblia necesitamos ver los primeros capítulos de Génesis donde están los relatos fundantes de la fe de Israel en Dios en los cuales se narra la creación de la humanidad. En el primer capitulo se afirma: Y dijo Dios: Hagamos a la humanidad a nuestra imagen y semejanza;… Y creo Dios a la humanidad a su imagen y semejanza; a imagen de Dios lo creo varón y mujer los creo (Gen. 1:26-27).  Y en el segundo capitulo dice: “Entonces Dios moldeó al hombre con arcilla del suelo, sopló en la nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo” (Gen. 2:7). En el relato del primer capitulo el pueblo judío está amenazado por la religión babilónica donde se deba una lucha entre dioses por el dominio del mundo y el sometimiento del ser humano. En esta lucha, los dioses que triunfaban escogían reyes para que dominen al pueblo, lo que produce desigualdad e injusticia. El relato del capitulo dos es mas antiguo y en este se ve a Dios formando al ser humano de la arcilla, lo hace un ser vivo y lo ubica en un huerto para que convivan y cuiden de la creación de Dios.

Muchos teólogos afirman que en estos relatos se encuentra el soporte para hablar de dignidad humana en la biblia. En primer lugar, en ellos se rompe con la idea que hay seres humanos superiores que tienen dignidad, pueden dominar y ser benefactores del pueblo. Esta idea era muy común en las culturas antiguas donde el rey tenía todos los derechos y pueblo solo tenía deberes y debía se agradecido con Dios y el rey.  De acuerdo con esto podemos afirmar que en la biblia todos los seres humanos tienen dignidad desde el mismo momento en que fueron creados por Dios. En esta perspectiva la dignidad no es algo que se puede dar, reconocer o facilitar espacios para su recuperación por Dios, otros seres humanos o un Estado. En la biblia el ser humano tiene dignidad porque fue creado con ella. Esta dignidad es la imagen misma de Dios que es afectada cuando se hace violencia contra algún ser humano 
Por lo tanto, desde esta perspectiva bíblico-teológica entendemos que la lucha de las victimas no es por conseguir dignidad o para que les apoyen en la recuperación de ella. Su lucha es para no permitir que los poderosos les desconozcan la dignidad con la cual fueron creados por Dios en el acto mismo de creación. En esta perspectiva, en la biblia, Dios acompaña y trabaja con los seres humanos que les es vulnerada su dignidad para denunciar y desenmascarar a quienes intentan desconocer o negar esta. En otras palabras, Dios se juntan con los seres humanos en la misma causa para no permitir que ningún poder divino o humano desconozca la dignidad que tienen en común. En la biblia tenemos muchos ejemplos de como Dios se junta y hace causa común con los seres humanos en el trabajo para que todos y todas podemos vivir de manera digna.          

Si el ser humano tiene la dignidad de tener la imagen de Dios desde el momento de su creación y Dios, su creador hace causa con su pueblo para no dejar que esta dignidad sea negada o desconocida, cual es el papel de las victimas que sufren la violencia de los poderosos y sufren la vulneración o negación de su dignidad.
La insistencia de las victimas hace posible la justicia

La Biblia nos enseña que las esperanzas y el compromiso de las victimas por justicia tienen la capacidad de mover a la humanidad hacia niveles más exigentes de dignidad. En esta perspectiva en la vida de Jesús, Dios se hace humano para enseñarnos a vivir como personas con dignidad que estamos dispuestos a insistir y no descansar en la búsqueda de justicia que haga posible la vida digna que anuncia el evangelio.      
En Lucas 18: 1-8, se narra la parábola sobre la viuda y un juez. La parábola dice que este juez ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Pero había una viuda que acudía a él para pedirle que le hiciera justicia. Por un tiempo el juez se negó pero un día dijo. “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me esta fastidiando, le hare justicia, así no seguirá molestándome” (Lucas. 18:4). La parábola termina resaltando lo que hace el juez, al cual llama injusto, pero además, hace la siguiente pregunta: Y Dios ¿no hará justicia a sus elegidos si claman a él día y noche? Y Jesús responde: “Les digo que inmediatamente les hará justicia (Lucas 18:8).”    

Esta parábola que al inicio, según Lucas se cuenta para enseñar a orar sin cansarse termina afirmando que Dios hará justicia a quien no se canse de pedirla. Así, se muestra que la insistencia de la viuda por justicia logra mover al juez injusto pero esta insistencia también logra mover al mismo Dios a hacer justicia. En esta perspectiva la viuda nos enseña que la dignidad de la victima se muestra en que insiste en la petición de justicia, así, pedir justicia es una de las formas de afirmar nuestra dignidad y esta afirmación de la dignidad pasa por la insistencia sin descanso hasta el punto que logremos mover a los poderes humanos y divinos para que hagan justicia.
En una realidad como la colombiana donde se han creados leyes que no se aplican por jueces injustos, como el de la parábola o por funcionarios que exigen tramites y minucias que impiden que las victimas logren reparación o la asignación de tierras que buscan los desplazados, el único camino que queda para ellas es insistir sin cansarse y desmotivarse en la búsqueda de justicia. En otras palabras, el papel de las victimas que mantienen su dignidad en recordar a la sociedad que la justicia es indispensable para que se sanen las heridas causadas por la violencia. En esta labor ellas están dispuestas a insistir sin cansancio ya que solo la justicia produce paz y reconciliación.

Como iglesias y cristianos para ser fieles a la memoria bíblica que nuestra dignidad está afirmada en que tenemos la imagen de Dios, necesitamos acompañar a las victimas en la búsqueda y el reclamo insistente por justicia hasta que esta se logre. Este acompañamiento está soportado en la perspectiva del evangelio que la paz solo será posible como fruto de la justicia. De tal manera que la insistencia de las victimas por justicia la necesitamos asumir como parte de la tradición bíblica donde Dios se junta y hace causa común con los seres humanos para que todos podamos vivir de manera digna y en paz.
Presentado en la jornada de trabajo sobre ley de victimas y restitución de tierras con  población desplazada de ANDESCOL y representantes de iglesias que se realizó en Piojo, Atlántico el 11 de febrero de 2012.



[1] “Mas bien nosotros le pedimos perdón al ejercito”: Presidente Santos. http://wsp.presidencia.gov.co/Prensa/2012/Febrero/Paginas/20120201_01.aspx 
[2] Presidente Santos rechaza fallo que conmina al ejército a pedir perdón por el caso del palacio de justicia. http://www.institucional.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=1172
[4] El perdón se le debe pedir a las victimas y no a los victimarios. Pronunciamiento de la Coordinación Colombia, Europa, Estados Unidos de derechos humanos. 
[5] Capítulo II, Artículo 4º  de la ley 1448 de 2011 o ley de victimas y restitución de tierras.
[6] Presentación ley 1448 de 2011 o ley de victimas y restitución de tierras por el ministro del interior y justicia, German Vargas Lleras.