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sábado, 19 de marzo de 2011

Ley de víctimas y restitución de tierras: una perspectiva teológica y pastoral

Por: Milton Mejía, profesor de teología e investigador de la CUR.

Introducción

La Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento Forzado señaló en su V informe que en Colombia al igual que en otros países que han experimentado conflictos internos, la tierra ha sido un elemento determinante por ser un activo de alto valor, no solamente de orden económico sino también de carácter estratégico. La lucha por la tierra tiene como fin no sólo su apoderamiento per se, sino también la obtención del control estratégico del territorio y, con ello, del poder económico y político (Reparar de manera integral. 43).

En este informe la comisión señala que el problema de las tierras se encuentra en el corazón del fenómeno del desplazamiento forzado en Colombia. Esto en razón que de acuerdo con la Encuesta Nacional de Verificación (ENV-2008), el 91,3% de los grupos familiares de población desplazada manifiesta haber dejado abandonado algún tipo de bien (tierras, bienes raíces no rurales, animales, muebles del hogar, etc.) en sus municipios de expulsión. Además, dicho fenómeno ha sido fundamentalmente de carácter rural, pues el 63% de los grupos familiares ha sido expulsado de zonas rurales y otro 21,4% de centros poblados. Por ello, puede afirmarse que un porcentaje significativo (52,2%) de los desplazados sufrió el despojo de sus tierras o fue forzado a dejarlas abandonadas en este contexto. Tal situación no sólo encarna una profunda violación de los derechos fundamentales de la población desplazada, sino que constituye un obstáculo de gran envergadura para que esta pueda acceder a soluciones duraderas que le permitan superar definitivamente la tragedia humanitaria en que se encuentra (Reparar de manera integral. 21).

Por esta razón es importante que los cristianos y las personas de fe tengamos elementos teológicos y religiosos que nos ayuden para que podamos hacer oír nuestra voz y propuestas como ciudadanos en el debate que se está realizando en el Congreso de Colombia sobre la ley de víctimas y de restitución de tierras. Esta ley viene siendo reclamada desde hace varios años por las víctimas del conflicto en Colombia y el presidente Santos la anuncio como una de prioridades. Ante este hecho diversos sectores sociales y políticos han empezado a opinar y hacer propuestas sobre el proyecto de esta ley que está en tramita en el congreso. Por ejemplo la Mesa Nacional de Víctimas, a la que pertenecen varias organizaciones sociales, suscribió un documento en el que reconoce la importancia del proyecto y la trascendencia que tiene el hecho de que el Gobierno se haya apersonado de él. No obstante, también advierte que hay “vacíos” en la norma propuesta y da cuenta de la preocupación que tiene por la probabilidad de que la ley se convierta en “instrumento de la legalización del despojo” (Ley de víctimas para las víctimas).

Ante el desafío que los cristianos no nos quedemos en silencio y sin hacer propuestas en este debate sobre esta ley en este articulo buscamos dar algunos elementos bíblico-teológicos y desde la cosmovisión de los indígenas y afro colombianos sobre el significado de las tierra y el territorio que nos permita ir más allá de la sola aprobación de una ley sino que esta incluya una perspectiva integral de reparación donde se garantice el respeto de los derechos humanos, a la cultura de las comunidades y a la naturaleza.

Perspectiva bíblica -teológica

Para abordar esta perspectiva creo importante retomar la carta pastoral con el nombre: tierra y territorio Don de Dios para la vida publicada en diciembre de 2010 por los obispos de la Costa Pacífica colombiana. En esta carta pastoral se empieza afirmando quela tierra ha estado presente desde el primer momento del origen de la especie humana, como lo dice el texto bíblico “ …el Señor Dios modeló al hombre con tierra del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el ser humano se convirtió en un ser vivo”( Génesis 2:7) Esta tradición es común a la de muchos pueblos que en sus representaciones simbólicas ubican al ser humano como prolongación de la tierra. O como dicen varios teólogos en América Latina “ Somos tierra que ha llegado a pensar, a sentir, a admirar, a amar…”( Agenda LA 2010). Por lo tanto, hablar de la tierra es fundamentalmente un acto sagrado, pues ella nos conecta de forma directa las manos creadoras del mismo Dios y con toda su creación, lo que nos indica que todo atropello a ella es, como lo dicen los indígenas, “un atentado contra la propia madre”.

Esta carta pastoral de los obispos hace un análisis bíblico de la relación entre Dios, la tierra y el ser humano donde resalta que en la biblia la tierra está presente desde el comienzo en Génesis hasta el fin en Apocalipsis. En el relato de la creación en Génesis antes que en el propio ser humano, la acción creadora de Dios se centró en el hábitat, en la casa, la cual se fue conformando paso a paso, donde la naturaleza fue emergiendo desde el caos acuático, pasando por la formación de la flora, la fauna, los diversos accidentes geográficos, hasta llegar al orden cósmico de los astros y finalmente el ser humano sobre el cual afirma: “lo hiciste casi como un Dios” (Sal 8), para que se sirviera de esta maravillosa obra como primera expresión de la palabra creadora de Dios, y así “crecer y poblar” la tierra (Gn 1, 28). Por esta razón la tierra es asumida como un don de Dios para la vida. Ella debe ser repartida de acuerdo al número de familias (Números 33, 54), no puede ser vendida a perpetuidad (Lev 25,23). Es decir, la tierra no es para la acumulación, el enriquecimiento de unos pocos, en desmedro de muchos.

Para evitar este atropello a la vida, el pueblo de Israel, en su proyecto primigenio de modelo de sociedad alternativa, estableció normas para evitar el monopolio en la tenencia de la tierra y que esta regresara a sus primeros dueños, así la justicia tomaba rostro concreto en la repartición equitativa de la tierra, donde cada siete años se volvía a un punto original de distribución, según nos lo ofrece la tradición más antigua que se encuentra en el capítulo 15 del libro del Deuteronomio:

“Cada siete años hará la remisión…Todo acreedor condonará la deuda del préstamo hecho a su prójimo; no apremiará a su prójimo, porque ha sido proclamada la remisión del Señor” (Dt 15, 12).

Este mandato será retomado por la tradición del libro del Levítico en el capítulo 25 donde nos dice que ese acto de reparación y redistribución de la tierra debía hacerse cada cuarenta y nueve años, lo que indicaba siete veces siete, es decir que debían estar siempre atentos y atentas para que no hubiera acumulación de tierras, de tal forma que institucionalmente no se promoviera el latifundismo que dejaba sin tierra a los más pobres:

“Deberás contar siete semanas de años, siete por siete, o sea, cuarenta y nueve años. A toque de trompeta darás un mandato por todo el país, el día diez del séptimo mes. El día de la expiación harás resonar la trompeta por todo el país. Santificarán el año cincuenta y promulgarán la liberación en el país para todos sus moradores. Celebrarán jubileo, cada uno recobrará su propiedad y retornará a su familia” (Lev 25, 8-10).

Los profetas durante todo el antiguo testamento se encargaron de recordar estas palabras y de anunciar el año de jubileo donde la tierra y el ser humano era liberado de toda injusticia y en el nuevo testamento, Jesús en su discurso de presentación en la Sinagoga retomará esta misma tradición, al decir que “el Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha enviado para proclamar el año de la gracia del Señor” (Lc 4,19), es decir, el perdón de las deudas, donde la tierra debía ser de nuevo repartida de forma justa y equitativa, con lo cual su misión y la de sus seguidores había de ser que la tierra no fuera factor de injusticias y atropellos, sino, todo lo contrario, espacio para la convivencia basada en la justicia conservando el derecho a la tierra, fuente de trabajo, no había posibilidad de que la pobreza se institucionalizara.

Si bien este principio de justicia orientó el proyecto original de Israel, también es cierto que este pueblo sufrió invasiones de diversos imperios, fueron desterrados, exiliados, pero siempre a un “resto” mantuvo la fe en Yahve, la cual les dio esperanza para resistir hasta poder retornar a la tierra que les había sido dada por el mismo Dios, esto se torna en canto de alegría como lo testimonia el salmo:

“Cuando el Señor cambió la suerte de Sion, nos parecía estar soñando. La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantos alegres… Al ir iban llorando llevando el saco de la semilla; al volver vuelve cantando trayendo sus gavillas” (Sal 126,1-2 ss).

Al final la tradición bíblica nos dirá que el proyecto definitivo de vida de Jesús es que haya una “Tierra Nueva y un Cielo Nuevo” como nos lo relata el libro del Apocalipsis 21,1, esa tierra nueva representa el sueño de los desposeídos, de los expoliados, de los invadidos, que ven en la obra de Jesús el camino de la justicia. Hoy, muchos movimientos sociales del mundo retoman este sueño y lo plasman bajo ese lema según el cual “otro mundo es posible”.

La tierra y el territorio en la cosmovisión de los pueblo en Colombia

Algunos biblistas que han estudiado la relación del pueblo de Israel con la tierra afirman que esta es muy parecida a la que tienen los pueblos indígenas y afro de nuestro continente (De Barros y Caravias). Esto lo dicen en razón que el clamor y sed de justicia en torno a la tierra ha estado siempre presente en todos estos pueblos. En nuestro país, especialmente los pueblos indígenas, los afrodescendientes y los campesinos son quienes históricamente han mantenido la lucha por la tierra y han construido experiencias de auténtica espiritualidad a partir de su relación con la ella. Para estos pueblos la tierra es reconocida como MADRE, pues ellos afirman que de ella venimos.

En las regiones donde estos pueblos construyen sus proyectos sociales y de vida este pensamiento y sentimiento de filiación a la tierra se torna en la base de la construcción del territorio, pues éste es la interacción del ser humano con el espacio, en donde abundan energías espirituales que residen en lo profundo de cada uno de los elementos de la madre tierra. Esos espíritus o jai, según la tradición mítica embera, guían a estas comunidades en la relación de respeto, protección y cuidado de la tierra. Por ello hablar aquí de la tierra es experimentar la relación con un espacio concreto, no con cualquier terruño, pues este largo y difícil poblamiento de indígenas, afrodescendientes y mestizos ha sido un permanente espacio de humanización (Tierra y territorio don de Dios). Algunos grupos indígenas describen la relación con la tierra de la siguiente manera:

“Para nosotros, la tierra es la madre y contra ella se comete un crimen del que vienen todos los males y miserias. Nuestra madre, la de todos los seres vivos, está sometida, según la ley que se impone, tiene dueños, es propiedad privada. Al someterla como propiedad para explotarla, le quitaron la libertad de engendrar vida y de proteger y enseñar el lugar, las relaciones y el tiempo de todo lo que vive. Le impiden producir alimentos, riqueza y bienestar para todos los pueblos y seres vivos. Los que se apropian de ella causan hambre, miseria y muerte que no deben ser. Le roban la sangre, la carne, los brazos, los hijos y la leche para establecer el poder de unos sobre la miseria de todos. Así como los que se sienten herederos de los conquistadores niegan y desconocen a la madre indígena que les dio la vida, así mismo, quienes aceptan la propiedad privada de la tierra para ser explotada por intereses particulares, se niegan a defender la libertad colectiva y el derecho a la vida. Pero nosotros decimos, mientras sigamos siendo indígenas, o sea, hijos de la tierra, que nuestra madre no es libre para la vida, que lo será cuando vuelva a ser suelo y hogar colectivo de los pueblos que la cuidan, la respetan y viven con ella y mientras no sea así, tampoco somos libres sus hijos. Todos los pueblos somos esclavos junto con los animales y los seres de la vida, mientras no consigamos que nuestra madre recupere su libertad” (liberta para la madre tierra).

Por su parte en la definición del territorio para la comunidad afrodescendiente ha jugado un rol preponderante las marcas del mismo que han hecho los santos patronos, al igual que los espíritus de los ancestros, quienes acompañan las actividades productivas de diversa forma, ya sea en la señalización de la temporalidad al ritmo de la ritualidad y de la fiesta, o de la protección ante los riesgos que supone la transformación del espacio en medio de la inmensidad del bosque y los ríos. Estos espíritus que evocan las fuerzas ancestrales de origen africano se conjugan con la tradición cristiana y así se ha recreado una experiencia de lo sagrado que se basa en la fuerza de la naturaleza y su estrecho vínculo con la misma, de la cual se proveen para la limpieza y la protección (Tierra y territorio don de Dios).

Esta cosmovisión de de los pueblos indígenas y afrocolombianos ha sido asumida por los campesinos en nuestro país y por esta razón en muchos lugares de país hay procesos donde actúan juntos para seguir recuperando las tierras que le han quitado o de las cual los quieren expulsar. Su propuesta de vivir de manera libre, digna y con justicia incluye su tierra y el territorio donde han construido su cultura y sus esperanzas. Por eso, luchar por la tierra no es un problema ni un deber solamente de los indígenas, afros o campesinos sino un compromiso de fe que brota de Dios y de las tradiciones ancestrales de todos los pueblos, de todos los hombres y mujeres que defienden la vida. Porque solo en la lucha para poner en libertad a nuestra madre recuperamos la dignidad, alcanzaremos la justicia y la equidad, y lograremos avanzar en hacer realidad la tierra nueva y el cielo nuevo que anuncia la esperanza cristiana o el otro mundo posible por el cual trabajan muchos movimientos sociales en nuestro planeta.

Desafíos pastorales

Esta perspectiva bíblica, teológica y de nuestros pueblos en Colombia nos desafía como cristianos para que al hacer el análisis de la ley de víctimas y restitución de tierras no nos quedemos en silencio y aportemos propuestas que podrían ir por los siguientes ejes:

Trabajar con otras organizaciones sociales para que esta ley no sea solo un asunto legal que debe incluir las garantías de protección de los derechos de las víctimas y los estándares internacionales sino que es necesario que ella parta de la consulta previa a los pueblos y comunidades desplazadas para que tenga en cuenta su cosmovisión de la relación con la tierra y el territorio. Desde esta perspectiva todas las acciones que se emprendan por justicia para las victimas deben incluir la defensa de las tierras y el territorio. Esto deberá hacerse en el marco de la exigibilidad y la justicia para la aplicación de los Derechos de los Pueblos de indígenas y de los afrodescendientes, para esto necesitamos acudir al orden institucional tanto del ámbito internacional como nacional, para que el Estado asuma la responsabilidad tanto en el Respeto, Garantía y Cumplimiento de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, así como de los otros pactos o acuerdos internacionales que reconocen los derechos étnicos.

También se podría desarrollar una estrategia de incidencia para que el Estado colombiano haga efectiva la condición de territorios protegidos que tienen los títulos colectivos de comunidades negras y los resguardos indígenas, para que los particulares, y el mismo Estado, respeten su condición de ser Inalienables, Inembargables e Imprescriptibles. Por lo tanto la institucionalidad pública en su conjunto no debe permitir el despojo legal e ilegal de dichos territorios.

Además sería necesario proponer alternativas para que los proyectos extractivistas de minería, hidrocarburos y forestales que se desarrollan en las tierras de los desplazados no sigan socavando el medio ambiente, pues los daños que ya han causado son irreparables, así como acompañar y contribuir con protección para que no se sigan destruyendo los procesos sociales ni sus organizaciones en estas regiones. Las leyes que se aprueben debe incluir que los recursos naturales deben beneficiar en primer lugar a las poblaciones nativas, que son los auténticos dueños del territorio, respetando el medio ambiente y la autonomía de los pueblos indígenas, afrodescendientes y de las comunidades campesinas.

Este proceso no se debe quedar solo en leyes que se aprueben de manera formal sino que además deben incluir mecanismos para que los hechos de violencia y de despojo que se hicieron con estos pueblos y comunidades no se repitan nuevamente. Esto en razón que según la reciente declaración del de la asamblea del Movimiento de Victimas mientras que se tramita esta ley persiste el despojo de tierras y territorios, con ausencia de procesos de restitución que resuelvan la situación integral de los desplazados en el país y se mantienen las violaciones a los derechos humanos y falta de protección de quienes se atreven a reclamar su derecho a restitución y retorno a la tierra y territorio.

Ante esta realidad es necesario buscar no solamente la aprobación de leyes sino que se necesita promover una cultura de respeto a la vida, donde los conflictos se solucionen por medio del dialogo y la negociación política para que haya paz y justicia permanente entre los seres humanos y en la relación de estos con la naturaleza o como afirmamos los cristianos con toda la creación de Dios.

Barranquilla, marzo de 2011
Grupo de investigación OIDHPAZ
http://oidhpaz.blogspot.com/

Referencias bibliográficas:

Agenda Latinoamericana (LA) 2010. Cartilla popular para una nueva conciencia ecología.
De Barros, Marcelo y Caravias, José Luis. (1988) Teología de la tierra. Ediciones Paulinas. Bogotá.
Reparar de manera integral el despojo de bienes y tierras. Volumen V. informe de la Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento Forzado.
La ley de víctimas, por las víctimas. http://www.semana.com/noticias-nacion/ley-victimas-victimas/152961.aspx
Tierra y territorio Don de Dios para la vida. Carta pastoral de los obispos de Tumaco, Guapi, Buenaventura, Ismina-Tado, Quido y Apartado, adviento de 2010.
Liberta para la madre tierra. http://nasaacin.org/index.php?option=com_content&view=category&layout=blog&id=40&Itemid=64
Declaración Política, V Encuentro del MOVICE. http://justiciaypazcolombia.com/Declaracion-Politica-V-Encuentro

martes, 8 de marzo de 2011

Conclusiones encuentro internacional "Haciendo la Paz en Colombia"

El encuentro internacional "Haciendo la paz en Colombia" concluyó hoy en la capital argentina después de tres días de debate en torno a la compleja situación por la que desde hace décadas atraviesa Colombia.

Los debates giraron en torno al "Aprendizaje del diálogo político en la solución del conflicto armado en Colombia", las "Lecciones aprendidas a partir de procesos en otros países" y "Partidos políticos y búsqueda de la paz". También se discutió sobre "La sociedad civil en los diálogos políticos por la paz en Colombia" y respecto a la "Aplicación del derecho humanitario en el conflicto armado colombiano".

Mientras, la Comisión Ética de la Verdad difundió un comunicado que rechaza enérgicamente afirmaciones hechas por el ex gobernante colombiano Álvaro Uribe contra el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. A través de Twitter, el ex mandatario acusó a Pérez Esquivel de "difamador al servicio de los terroristas colombianos", después que este último explicara los factores que a su juicio dificultan avanzar hacia la paz en Colombia. El Premio Nobel mencionó entre estos la impunidad de crímenes de lesa humanidad, la situación del aún existente paramilitarismo y la responsabilidad de Estados Unidos en esta situación.

"La reacción de Uribe oculta su responsabilidad en crímenes de lesa humanidad que ofenden la conciencia ética de la humanidad; crímenes que protegen a benefactores económicos nacionales e internacionales" que aún lo apoyan, subrayó el documento.

Al encuentro "Haciendo la paz en Colombia" asistieron, entre otros, representantes de gobiernos, organismos internacionales, organizaciones de la sociedad civil, redes de movimientos sociales, asociaciones de solidaridad con el pueblo colombiano, intelectuales y defensores de los derechos humanos.

El Encuentro internacional apuntaba "a desarrollos y a planteamientos que exploren ya mismo y de forma coherente sendas de aproximación política, tanto para diálogos estratégicos de paz, como para el objetivo legítimo de la humanización del conflicto".

Pronunciamiento del encuentro de Buenos Aires "Haciendo la paz en Colombia"
"La historia de Colombia demuestra, después de décadas de violencia, que no hay solución militar. La única salida verdadera y definitiva a la confrontación son los acuerdos negociados"

Después de tres días de deliberaciones en Buenos Aires, los participantes al encuentro "Haciendo la Paz en Colombia" presentan las siguientes conclusiones a la opinión pública :

1. Saludamos la manifestación del presidente Juan M. Santos en su discurso de posesión, la cual interpretamos como un reconocimiento de la existencia del conflicto y de la disposición a buscar una solución política negociada. Asimismo, reconocemos las declaraciones hechas al encuentro por las comandancias de las FARC-EP y el ELN en las que reiteran igual disposición. La historia de Colombia demuestra, después de décadas de violencia, que no hay solución militar. La única salida verdadera y definitiva a la confrontación son los acuerdos negociados, tal como lo demuestran los casos de El Salvador y Guatemala dentro de América Latina. Sólo por este camino podrá Colombia integrarse como país próspero y moderno al mundo actual.

2. La liberación unilateral ocurrida la última semana, en la que fueron puestas en libertad seis personas (y no 5 tal como se había anunciado) es un gesto de las FARC que evaluamos positivamente porque revela la intención de allanar los caminos hacia una negociación política. Esperamos que el proceso de liberaciones concluya muy pronto. Llamamos a que el gobierno del Presidente Juan M. Santos tome nota de este hecho y fortalezca los esfuerzos para crear un clima propicio para la búsqueda de la paz.

3. La guerra se sigue intensificando y degradando en todo el territorio nacional. Mientras se llega a la solución política es indispensable el compromiso de respetar los derechos humanos, a la población civil y el acatamiento por las partes de las normas del Derecho Internacional Humanitario.

4. Es preciso hacer los esfuerzos necesarios para explicar, sensibilizar y persuadir a todos los sectores de la sociedad colombiana, tanto urbana como rural, acerca de la conveniencia y necesidad de transitar hacia la superación definitiva del conflicto por la vía de la negociación política. Las colombianas y los colombianos tienen que comprometerse en la búsqueda de la paz: se necesita una etapa de persuasión y una pedagogía para la paz. No más guerra, no más conflicto.

5. Dice la Constitución Política de Colombia en su artículo 22 que la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento. Por esta razón, las personas y organizaciones que desde la sociedad civil actúan como facilitadoras y mediadoras para los procesos humanitarios y de búsqueda de la paz deben contar con la protección y las garantías plenas para este fin.

7. El conflicto armado en Colombia tiene repercusiones sobre el ámbito sudamericano. La paz en Colombia es una necesidad no sólo para este país sino para toda América del Sur. Siendo Colombia integrante de UNASUR, su gobierno podría aprovechar los valiosos y probados recursos de esta organización regional para la creación de un ambiente que facilite la solución política del conflicto.

8. La incansable labor de la ex Senadora y defensora de los derechos humanos Piedad Córdoba y de Colombianas y Colombianos por la Paz cuenta con creciente apoyo en América Latina y el Caribe. En Europa, Estados Unidos y África se multiplican las organizaciones hermanas que tienen por objetivo colaborar en la solución política del conflicto. Este movimiento internacional respalda las actividades de las personas y organizaciones comprometidas en la búsqueda de la paz a través de foros, encuentros y todas las redes sociales de la Internet, y demuestra que en su lucha las colombianas y colombianos no están solos sino que los acompaña la opinión pública mundial.

“No hay caminos para la paz, la paz es el camino” Mahatma Gandhi
Buenos Aires, Argentina. Febrero 23 de 2011.
Tomado de: http://justiciaypazcolombia.com/Conclusiones-encuentro

Fortalecer la construcción ecumémica de la paz en Colombia

Medio siglo de conflicto civil alimentado por el dinero de la droga y la hegemonía empresarial ha dejado a Colombia con decenas de miles muertos y con la segunda población mayor de personas desplazadas (aproximadamente 4 millones) de todo el mundo. Ha dejado también un país y una sociedad que ansían la justicia y la paz.

La búsqueda de una alternativa de paz para este largo conflicto fue la principal motivación para que el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) aprobara una declaración en la que se insta a que se incremente la construcción ecuménica de la paz que se está produciendo ya en el país.

Según la declaración, algunas de las consecuencias más dolorosas del conflicto en Colombia son que “los pueblos indígenas, los afrocolombianos, los agricultores, los defensores de los derechos humanos, los periodistas y los dirigentes de iglesias y los líderes comunitarios que buscan justicia y la devolución de las tierras” son víctimas de casos incalculables de asesinatos, amenazas, arrestos arbitrarios y detenciones realizados por funcionarios públicos y agentes no estatales.

“Es importante leer este documento en conexión con nuestra preocupación especial por la paz y la justicia, especialmente en la preparación para la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz” que se celebrará en Kingston, Jamaica, en mayo, dijo el moderador del Comité Central, Rev. Dr. Walter Altmann del Brasil, reflexionando sobre el contexto de la aprobación de la declaración en la vida del CMI.

La intención de la declaración es fortalecer los esfuerzos que se están realizando en el país en favor de la paz, y expresar a la vez su “solidaridad y sus oraciones por el pueblo colombiano, especialmente por las familias de quienes fueron asesinados, desaparecieron o fueron desplazados, y expresar el profundo agradecimiento a todos aquellos que ya han dado prioridad a las iniciativas por la paz en Colombia”.

Las declaraciones del Comité Central del CMI constituyen un modo oficial en que el CMI se expresa con una voz común.

“Las iglesias no son un tipo de grupo de presión que aboga por una u otra cuestión”, dijo el Rev. Aaro Rytkönen, director de actividades de sensibilización del organismo de ayuda finlandés “Finn Church Aid” y miembro del Comité Central. “Las iglesias son el cuerpo de Cristo que habla unido en favor de una preocupación común”.

“Cuando hay un problema que sufre una u otra iglesia en su base, es necesario que las iglesias unidas eleven también ese problema a la plataforma mundial”, afirmó.

Como expresión del apoyo ecuménico a las iglesias colombianas, a las organizaciones de la sociedad civil y a los organismos de desarrollo ecuménicos que trabajan en Colombia, la declaración sobre Colombia insta al gobierno colombiano a que continúe aplicando los necesarios cambios normativos y de política “para garantizar la investigación, el procesamiento y el castigo” de quienes son responsables “de violaciones de los derechos humanos contra civiles”.

El documento incluye también una petición al gobierno de los Estados Unidos para que “cese inmediatamente el ‘Plan Colombia’”. La iniciativa del Plan Colombia ha canalizado a Colombia durante el pasado decenio millones de dólares, la mayoría de los cuales se han destinado a los militares y la policía y a la erradicación de la droga.

Para incrementar el apoyo a las iniciativas de construcción ecuménica de la paz que se están llevando a cabo ya en este país, el Comité Central estimuló la organización de una Consulta Internacional en Colombia juntamente con el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) con el fin de “estudiar la posibilidad de crear un programa de acompañamiento y/o un Foro Ecuménico para apoyar el trabajo por la paz de las iglesias y el pueblo de Colombia”.

Al exponer la cuestión a los miembros del Comité Central, se hizo referencia al informe de 2010 de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH), en el que los defensores de los derechos humanos en Colombia expresaron su profunda preocupación por el aumento de las amenazas y la estigmatización que sufren diversos grupos de defensores de los derechos humanos.

El informe de la OACDH presenta casos de asesinatos, amenazas, detenciones y arrestos arbitrarios, delitos sexuales, allanamientos de hogares y oficinas, vigilancia ilegal por parte de los servicios de inteligencia del estado y robos de información atribuidos a “miembros de grupos armados ilegales surgidos de la desmovilización de organizaciones paramilitares y grupos de guerrilleros, en particular las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), así como, en algunos casos, a miembros de las fuerzas de seguridad”.

Dirigiéndose a la comunidad internacional, la declaración insta a los gobiernos a evaluar el impacto de las disposiciones comerciales sobre los derechos humanos antes de concertar un acuerdo de libre comercio (ALC) con Colombia y a adoptar políticas sostenibles que presten una atención particular a la protección de los agricultores, los pueblos indígenas, los afrocolombianos y los sindicalistas, ya que sus derechos se están viendo muy afectados por la presencia de la cooperación trasnacional en el país”.

Tomado de:
http://www.oikoumene.org/es/novedades/news-management/a/sp/article/1634/fortalecer-la-construcci.html

Iglesias proponen programa ecuménico de acompañamiento en Colombia

Las iglesias y organizaciones ecuménicas que hacen parte de la Mesa Nacional CLAI-Colombia se reunieron los días 2 al 4 de Febrero de 2011, en Rincón del Mar, municipio de San Onofre, Sucre, Colombia. El objetivo de este encuentro fue compartir los programas y acciones diaconales que las iglesias realizan en las ciudades y regiones donde tienen presencia para atender las consecuencias de la violencia y la pobreza en Colombia. A partir de este compartir las iglesias buscaban seguir avanzado en la construcción de un Programa Ecuménico de Acompañamiento a las comunidades víctimas de la violencia que trabajan por justicia y reparación en Colombia. Este proyecto se viene promoviendo desde octubre de 2009 cuando el grupo CLAI-CMI se reunió en Bogotá con iglesias, comunidades y organizaciones de derechos humanos donde se afirmó la importancia de fortalecer el acompañamiento ecuménico internacional en Colombia.

En el encuentro participaron los obispos, presidentes y responsables de los programas de diaconía de las iglesias luterana, metodista menonita, anglicana y presbiteriana, así como representantes de JUSTAPAZ, la Red Ecuménica de Colombia, de CREAS y del CLAI. También fueron invitado el Foro-ACT Colombia y el CMI, quienes han mostrado interés en la propuesta de un Programa Ecuménico de Acompañamiento en Colombia. Ambas organizaciones enviaron mensajes afirmando su apoyo a esta iniciativa.

En la primera parte del encuentro las iglesias y organizaciones ecuménicas compartieron sus programas, énfasis y acciones diaconales mostrando la amplia diversidad de ministerios sociales que tienen los cuales están dirigidos a los grupos y poblaciones afectadas por la pobreza, la violencia y la exclusión social. Un momento significativo del encuentro fue cuando los representantes de las comunidades de desplazados y organizaciones de derechos humanos que participaron en una jornada del encuentro compartieron sus testimonios mostrando a los participantes que seguían viviendo con temor ya que los grupos armados continuaban presentes y actuando de manera no tan visible como antes. Los representantes de las comunidades y organizaciones expresaron que en este contexto el acompañamiento ecuménico es fundamental ya que permite que los grupos armados tengan más respeto de sus procesos organizativos y proyectos comunitarios.

La ultima parte del encuentro fue dedicado a revisar las ideas iníciales y a proponer como implementar el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Colombia. Los participantes reafirmaron que el proyecto tiene como objetivo general ”Proteger a los líderes y liderezas sociales, a sus organizaciones y comunidades afectadas por el conflicto armado en 6 zonas en Colombia donde existen altos niveles de desprotección civil, por medio de la puesta en marcha del Programa Ecuménico de Acompañamiento Internacional que ayude a fortalecer las capacidades y el empoderamiento de las organizaciones y comunidades a través de la incidencia política y la exigibilidad de sus derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA)”.

Para lograr este objetivo se plantearon las razones que justifican el proyecto en Colombia, las motivaciones bíblicas, principios rectores, códigos de conductas, funciones de los acompañantes, destinatarios, lugares y la forma como se propone que funcione el programa. El proyecto es presentado como una iniciativa de las iglesias en Colombia abierto a las organizaciones ecuménicas y de derechos humanos en los lugares donde se implemente, así como iniciarlo con una experiencia piloto e irlo ampliando de manera progresiva a otras regiones seleccionadas y en la medida que se logren apoyos de iglesias, organizaciones ecuménicas y de cooperación.

Observatorio Iglesia y Sociedad en Colombia.

lunes, 7 de marzo de 2011

Preparan Días de Oración y Acción por Colombia de 2011

“Ser una voz por la paz y la justicia en Colombia” es el tema de la Sexta Jornada de los Días de Oración y Acción por Colombia del 2011 que preparan iglesias, organizaciones de derechos humanos, activistas, estudiantes y personas de fe en Estados Unidos y Colombia. Esta se realizara los días 8 al 11 de abril. Quienes organizan esta jornada de 2011, están preparando eventos para crear conciencia sobre el peligro que sufren las organizaciones y comunidades colombianas que son víctimas de amenazas y desplazamiento forzado. Su objetivo es fortalecer la solidaridad con quienes sufren violaciones de sus derechos. Además se proponen abogar para que las políticas del gobierno de los Estados Unidos contribuyan con la protección de los derechos humanos y el logro de la paz en Colombia.

Durante estos días se promoverá para que iglesias y grupos aprendan acerca de las comunidades colombianas que sufren el desplazamiento y se escriban mensajes de solidaridad para ser enviados a estas comunidades. Los mensajes de solidaridad, creados en las reuniones educativas, se mostrarán a través de manifestaciones de solidaridad en lugares públicos durante el mes de abril. En estas jornadas de las comunidades de fe en los Estados Unidos y Colombia se invitaran a los desplazados y a víctimas del conflicto a los servicios de adoración y oración para que compartan sus testimonios y de esta manera crear conciencia y orar por la paz.

En los eventos programados se pedirá al gobierno de los Estados Unidos que aplique políticas que protejan a las comunidades en riesgo de desplazamiento, a los pequeños agricultores, a los defensores de los derechos humanos y trabajadores por la paz. Además se solicitara el gobierno y el congreso de los estadunidense no financien a los militares colombianos por sus violaciones de los derechos humanos y que no se apruebe el acuerdo de libre comercio injusto entre Estados Unidos y Colombia.

Estas solicitudes se hacen teniendo en cuenta que durante los últimos años el gobierno de los Estados Unidos ha sido parte del conflicto en Colombia de la siguiente manera:

• A través del Plan Colombia, el gobierno de los Estados Unidos han proporcionado más de seis mil millones de dólares de los contribuyentes, la mayor parte para armar y entrenar a los militares colombianos pero un gran número de militares de este país son acusados de matar a civiles inocentes y luego vestirlos con ropas militares para aparentar que eran guerrilleros.
• Las fumigaciones aéreas, otro componente de ayuda de Estados Unidos a Colombia, han desplazado a miles de agricultores mediante la destrucción de sus cultivos.
• El acuerdo de libre comercio, aún pendiente de aprobación por el Congreso de los Estados Unidos, puede agravar aún más el desplazamiento al obligar a los pequeños agricultores en Colombia a no poder seguir con sus cultivos por la afluencia de granos subsidiados de Estados Unidos.

En Colombia están preparando esta jornada de oración y acción iglesias protestantes, de tradición evangélica, organizaciones ecuménicas, de derechos humanos y universidades.