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miércoles, 22 de abril de 2015

Declaración del Encuentro Ecuménico Internacional por la paz en Colombia



“Felices quienes trabajan en favor de paz porque Dios les llamara hijos e hijas suyos”
(Mat 5, 9)

Convocadas y convocados por el Diálogo Intereclesial por la Paz en Colombia –DiPaz-, nos reunimos en Bogotá Colombia,  del  8 al 11 de abril de 2015, 90 delegadas y delegados de  10 iglesias, 17 organizaciones eclesiales nacionales,  15 organismos ecuménicos e iglesias de 3 continentes junto a  víctimas  que construyen propuestas de paz desde los territorios. En nuestras mentes y corazones experimentamos la presencia de Jesús Resucitado, como también la de niñas, niños, jóvenes, mujeres y hombres que han sido asesinadas y desaparecidas en este largo conflicto armado interno que padece Colombia y del que se está buscando una salida política dialogada.

Nos acompañó la palabra de indígenas, afrodescendientes, y mestizos de Colombia, que reconociendo su condición de víctimas de asesinatos, desapariciones, torturas, desplazamiento forzado, han resignificado su dolor, aportando con propuestas muy específicas a la solución del conflicto armado interno. Son ellas y ellos artífices preferenciales de nuestro aporte en la construcción de la paz con justicia social, conforme a los postulados de las tradiciones eclesiales.

Avanzamos en un análisis del proceso de paz a partir de personas cercanas al mismo, que permitió reconocer avances de los diálogos con las FARC en los acuerdos parciales en torno a las tierras, la participación política, el problema de las drogas;  y nos permitió conocer las aproximaciones con el ELN. Valoramos positivamente el cese unilateral de hostilidades decretado por las FARC desde diciembre del año anterior, su reconocimiento público de la responsabilidad que les compete en los graves hechos en Bojayá Chocó, el acuerdo conjunto entre el gobierno colombiano y las FARC sobre el desminado y los pasos específicos hacia el desescalamiento de la confrontación armada, como también la respuesta del gobierno de prolongar su determinación de no bombardear a la guerrilla de las FARC por un mes más.

Recibimos un mensaje del equipo negociador de las FARC en la Habana en el que saludó nuestro encuentro y compartieron los avances de la mesa de dialogo. De igual manera un representante de la Oficina del Alto Comisionado de Paz del Gobierno colombiano hizo una presentación de su visión del proceso de los diálogo.

De manera especial, reconocemos como un avance significativo hacia la construcción de la verdad, el informe de la Comisión Histórica sobre el origen del conflicto en Colombia, que se convierte en un referente obligatorio para nuestra aproximación a la historia contemporánea de Colombia y un insumo fundamental para la eventual constitución de una Comisión de la Verdad que permita mayores luces sobre los responsables de esta larga confrontación, del que como iglesias no estamos excluidos. Hemos reafirmado como cristianos que la verdad nos hará libres, (Jn 8, 31) no solo a las víctimas sino también al conjunto de la sociedad   y a los victimarios.

No obstante estos avances, mantenemos la preocupación por las víctimas que se siguen generando dada la persistencia del conflicto armado en medio de los diálogos y por las salvedades que se han hecho en todos los acuerdos parciales, las que deben retomarse, en la medida que se refieren a aspectos estructurales que originaron la confrontación armada en Colombia y que tocan a la justicia social. Nuestro compromiso de fe exige contribuir a la construcción de una sociedad que proteja la vida, de pan al hambriento, agua al sediento, abrigo y techo al que no tiene (Mt 25, 31-46). Se trata de la distribución equitativa   de los bienes comunes que Dios ha creado para que todos los seres humanos podamos disfrutar de la vida abundante que anuncia el evangelio (Jn. 10,10).

En nuestras oraciones, estudios bíblicos, liturgias y deliberaciones, reafirmamos nuestro compromiso  con el proceso de paz, reconociendo que  la firma de los acuerdos es solo un paso importante hacia el silenciamiento de las armas, pero sabiendo que debemos dar pasos específicos de solidaridad con las comunidades que construyen paz desde los territorios, donde haya verdad, arrepentimiento por quienes han generado la violencia, perdón como valor cívico y justicia para que las armas se conviertan en herramientas de trabajo, que garanticen la soberanía alimentaria,  la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas (Is 2, 4).

Por eso nos comprometemos con la siguiente agenda y acciones para contribuir como actores internacionales y nacionales al llamado de Dios de ser constructores y constructoras de paz. Invitamos a nuestros hermanos y hermanas de las iglesias y organismos ecuménicos internacionales para que sean Co-dialogantes internacionales –Codi- en este camino de peregrinaje en la búsqueda de verdad, justicia, desmilitarización de la sociedad,  noviolencia y reconciliación en Colombia.

1.       Articulación a redes nacionales e internacionales de iglesias, comunidades, organizaciones que avanzan por la construcción de la paz con justicia a nivel global, en el continente latinoamericano y en Colombia.
2.       Ser apoyados con los recursos que tienen nuestras iglesias y organizaciones nacionales e internacionales para la incidencia política por la paz con justicia desde las víctimas, por un cese bilateral de hostilidades y el cumplimiento de los posibles de acuerdos.
3.       Diseñar una estrategia de comunicación, a partir de los medios de información que tienen nuestras iglesias y organizaciones para incidir en la construcción de paz.
4.       Crear comunidades aprendientes de paz que desarrollen una propuesta educativa integral y desdoblar los avances de la Comisión Histórica sobre el origen del conflicto, del modo que pueda ser conocido por nuestras iglesias, organizaciones, instituciones educativas, entre otros.
5.       Adelantar monitoreo a la implementación de los eventuales acuerdos que surjan de los diálogos para la paz mediante comisiones de verificación acordadas con las comunidades locales.
6.       Disposición de contribuir a la constitución de una Comisión de la Verdad, desde propuestas que víctimas ya han construido en Colombia, con la participación de personalidades internacionales reconocidas por nuestras iglesias y organizaciones ecuménicas.
7.       Acompañamiento a comunidades que afirman sus derechos desde los territorios, enfatizando las acciones de protección a líderes, lideresas, comunidades que construyen paz y a las y los defensores de derechos humanos.
8.       Contribuir a la búsqueda de la verdad, indagando sobre la posible responsabilidad por acción y omisión de nuestras iglesias en la violencia en Colombia.

Bogotá, D.C., 11 de septiembre de 2015

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