En comunicaciones separadas, haciendo referencia a Mateo 5:9, la Iglesia Católica, por medio del Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y las iglesias protestantes, evangélicas y sectores ecuménicos en Colombia a través de una declaración donde firman más de 20 de sus representantes, han celebrado y manifestado la esperanza que es posible la paz por medio del dialogo en Colombia. En las declaraciones se afirma:
“Convencidos de que el diálogo es el único camino posible para obtener
la paz, los Obispos de Colombia recibimos con alegría y esperanza el anuncio
del señor Presidente de la República sobre conversaciones exploratorias con las
fuerzas insurgentes para establecer las bases de un proceso de paz que pueda
conducirnos, con la ayuda de Dios, a poner fin al conflicto armado”.[1]
Por su partes, iglesias
protestantes y evangélicas agrupadas en la Mesa CLAI, la Comisión de Paz de
CEDECOL y la Red Ecuménica en Colombia manifestaron: “Este anuncio nos produce
esperanza que es que posible detener la confrontación armada que hemos vivido
en Colombia por cerca de 50 años, y lo vemos como una respuesta de Dios a
nuestra oraciones, donde por muchos años hemos pedido que su Espíritu de paz
permita construir espacios de diálogos para resolver los conflictos por medios
no violentos y hacer posible la paz como fruto de la justicia y del respeto a
la dignidad humana, como lo anuncia el evangelio”.[2]
Estas declaraciones que contienen
el mismo espíritu del evangelio de paz, el anhelo de los colombianos y
colombianos que buscan poner fin al conflicto, así como las oraciones y el
clamor por la paz que viene creciendo entre los colombianos, nos desafían como
cristianos e iglesias para que intentemos aportar en detener el conflicto
armado y sentar las bases de una paz donde se superen todas las formas de
violencia, se proteja la dignidad humana y se cuide la vida en todas sus
manifestaciones en nuestro país.
Para que los cristianos, las
iglesias y el movimiento ecuménico podamos aportar en hacer posible la paz,
creo que necesitamos afirmar el concepto bíblico-teológico de ella y aprender
de las experiencias de procesos de negociación en otras regiones del mundo
donde el movimiento ecuménico ha participado. En relación a la perspectiva
bíblico-teológica, es bueno tener en cuenta el llamamiento a una paz justa que
hizo la Convocatoria Internacional Ecuménica por la Paz en Jamaica. Esta
afirma: “Dentro de las
limitaciones de la lengua y el intelecto, proponemos que la paz justa sea comprendida como un proceso colectivo y dinámico pero
arraigado de liberación de los miedos y carencias de los seres humanos, de
superación de la animadversión, la discriminación y la opresión, y de
establecimiento de condiciones para unas relaciones justas que privilegien la
experiencia de los más vulnerables y respeten la integridad de la Creación”. [3]
Este llamamiento presenta la búsqueda de la paz como
un camino y viaje difícil ya que la violencia y la guerra
dividen profundamente a las comunidades. Por esta razón “quienes han
estereotipado y demonizado a sus adversarios necesitarán apoyo y acompañamiento
a largo plazo para salir de su estado y curarse. Reconciliarse con los enemigos
y restablecer relaciones rotas es un proceso largo y un objetivo necesario. En
un proceso de reconciliación ya no hay los que tienen poder y los que no, los
superiores y los inferiores, los poderosos y los insignificantes.” En esta
perspectiva se afirma que los acuerdos de paz son a menudo precarios,
provisionales, inadecuados y que reparar el daño de la guerra y la violencia
puede llevar más tiempo que el conflicto que lo causó. Pero el logro de la paz
a lo largo del camino, aunque sea imperfecta, es una promesa de las grandes
cosas que nos esperan como sociedad.
También, el llamamiento afirma que las “escrituras nos
enseñan que la humanidad es creada a semejanza de Dios y bendecida con dignidad
y derechos. El reconocimiento de esa dignidad y esos derechos es uno de los
puntos clave de nuestra comprensión de la paz justa. Afirmamos que los derechos
humanos universales constituyen el instrumento legal internacional
indispensable para proteger la dignidad humana. Para ello, consideramos que es
necesario que los Estados tengan la responsabilidad de asegurar el imperio de
la ley y garantizar tanto los derechos civiles y políticos, como los derechos
económicos, sociales y culturales.”
Con esta perspectiva bíblico-teológica que ha sido
construida desde la diversidad de muchas experiencias de búsqueda de paz donde
iglesias y sectores ecuménicos hemos participado, creo que es bueno resaltar
los siguientes desafíos y aprendizajes que tenemos de cara al proceso de
dialogo y negociación política que se anuncia en Colombia:
Para los sectores de iglesias y
ecuménicos que participaron en los procesos de paz en Centro América y hemos
venido involucrados e intentando aportar en hacer posible la paz en Colombia es
claro que esta no se logrará solo con detener el conflicto armado o lograr la
desmovilización de los guerrilleros. Aunque es
necesario reconocer que esto es urgente para evitar que siga aumentando
la crisis humanitaria, las victimas, la muerte de civiles y combatientes, ya que
todos somos parte del pueblo colombiano.
Para hacer posible la paz
necesitamos entender que esta es un proceso de construcción de la sociedad que
deseamos como colombianos y colombianas. La paz en esta perspectiva es como un
camino que construimos durante el viaje. Para construir este camino y andar por
él tenemos los referentes del respeto a la dignidad humana, a la diversidad
cultural, a la autonomía de los pueblos y al cuidado de la creación de Dios.
Esto en un contexto internacional donde adquiere importancia el derecho
internacional de los derechos humanos y el cuidado de la naturaleza.
Si bien habrá comisiones de
diálogos y negociación con representantes del gobierno y las guerrillas, están
serán para detener el conflicto ya que para la construcción de la paz se
necesita que haya participación y aportes de todos los sectores de la sociedad
en colombiana. En esta perspectiva como iglesias y sectores ecuménicos en
Colombia, con acompañamiento de nuestras iglesias hermanas y la comunidad
ecuménica internacional necesitamos seguir preparándonos para aportar a la paz
en Colombia.
Como he venido afirmando la paz
en Colombia es un camino por construir, para trazar buenos caminos se necesita
la participación de muchos caminantes. Andar y viajar por caminos que están por
construir no es fácil por lo que se necesita estar comprometido con el
horizonte donde deseamos llegar. Nosotros como iglesias y sectores ecuménicos
en Colombia con el acompañamiento internacional podemos ser parte de estos
caminantes que hacemos camino y aportamos desde nuestro horizonte, el cual es el
evangelio de la paz que trae vida abundante a los seres humanos.
Barranquilla, 4 de septiembre de
2012.
Publicado
en: http://www.alcnoticias.net/interior.php?lang=687&codigo=22738&format=columna
[1] La
iglesia recibe con esperanza conversaciones exploratorias para un proceso de
paz. http://190.242.99.185/?apc=I1-;;;-&x=41121
[3]
Llamamiento ecuménico a la paz justa. http://www.superarlaviolencia.org/es/recursos/recursos-del-cmi/documentos/declaraciones-sobre-una-paz-jus/llamamiento-ecumenico-a-la-paz-justa.html
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